Aquel día lloré de miedo en la noche. Era niño pequeño y por la mañana el cura pintó en la iglesia del pueblo la tortura ideada por Dios contra los hombres del infierno. El relato fue duro, largo, detallado, minucioso, seguido, sin puntos ni comas, casi sin tiempo ni descanso para respirar. Y yo, angustiado, me fui cobijando bajo el brazo y metiendo la cabeza en el sobaco de mi aita. Con los años me di cuenta que el sádico y el infierno era el cura. Resulta traumático descubrir la tortura en las gentes.
|
etiquetas: berastegi , tortura , país vasco