Cuando uno ve esta imagen, lo último que se imagina es que, tras la inyección, esa niña pelirroja en lugar de decir ¡ay!, y salir a jugar con sus amigas, va a tener convulsiones, perderá el conocimiento y acabará ingresada en la UCI. Como tampoco se imagina que en Austria y Alemania dos jóvenes vacunadas con Gardasil hayan muerto de forma repentina o que en EEUU hayan sido 20 las chicas fallecidas.
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