El presunto delincuente para perpetrar sus robos acudía a las diferentes sucursales bancarias con muletas. Una vez en las proximidades, las escondía bajo los coches y, a gatas, cogía la tapa de una alcantarilla y fracturaba los cristales del banco. Una vez dentro, en el segundo de los casos, se llevó la hucha de la lucha contra el cáncer que estaba sobre una de las mesas.
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