Gracias a una enzima (telomerasa) nunca se hacen viejas, simplemente siguen creciendo y no experimentan los problemas típicos de la vejez como la fragilidad corporal o la esterilidad (cuanto más viejas más fértiles). Técnicamente son inmortales, pero a partir de cierto tamaño le cuesta conseguir lugares para esconderse y caen presas de los depredadores.
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