Desde que hace un año se descubrió que bajo las alfombras de la Junta existía una poza oculta infectada de ayudas a falsos prejubilados (intrusos), la maquinaria de propaganda del Gobierno andaluz se puso a trabajar. Sin descanso. Fabricó un discurso exculpatorio para escurrir el bulto de las responsabilidades políticas.
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