Son las dos de la tarde y el sol pega fuerte en Mea Sharim, el barrio ultraortodoxo de Jerusalén por excelencia. En la parada del autobús, se juntan hombres vestidos con trajes negros y sombreros invernales y mujeres con falda larga, medias y pelucas que cubren con recato su pelo natural. Llega el autobús. Ellos suben por la puerta del conductor y toman asiento en la mitad delantera del vehículo. Ellas, se dirigen disciplinadamente a la puerta trasera, y se instalan en los asientos de la segunda mitad del autobús.
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