El fin de la 'valla de la vergüenza' de Mondragón supone un punto y seguido en la lucha por la deslegitimación social de la violencia terrorista en Euskadi. Los vecinos ya no tienen que contemplar a diario el homenaje a los terroristas en la verja de una céntrica sucursal bancaria.El caso de Mondragón era el más sangrante, pero no el único que desafía a la ley y a la memoria de las víctimas. En Oiartzun, sin ir más lejos, una localidad guipuzcoana de poco más de 9.800 habitantes también controlada por ANV, las fotografías de los rostros de
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