La asistencia a partidos de Primera se ve mermada por la crisis y los horarios. La superioridad de Barça y Madrid desincentiva al resto de la afición. Los estadios llenos, se dice, ganan partidos. La gente que paga lo hace. Pero el Sevilla-Betis de hace tres semanas registró una entrada aproximada del 87%, cuando la temporada pasada el Sánchez Pizjuán se llenó para acoger el derbi sevillano.
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