Y la plaza se convirtió en cadena. Una cadena sin cierre ni ataduras. Sin más poder que la fuerza del vínculo. Quisieron romperla y miles de eslabones se unieron para expulsar al grillete. Eslabones de aquí y de allá. Eslabones hartos de sentirse atrapados y engañados por aquellos que aseguraron protegerlos.
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