Las gentes que habitan las laderas del Himalaya utilizan desde tiempos inmemoriales un potente antídoto contra las picaduras de insectos y reptiles que se extrae de las raíces de una planta llamada “chota-chand”. Se sabe de sus propiedades porque unos pequeños mamíferos denominados mangostas suelen consumirla antes de cazar serpientes, lo que reduce el riesgo de muerte en los enfrentamientos.
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