Junto a nuestra Game Boy llevábamos una caja, en forma de cofre del tesoro, repleta de los juguetes del verano. Si uno no iba bien equipado, las vacaciones podían hacerse muy aburridas. Y como tus padres no te dejaban meter a tus amigos en el maletero, estos nostálgicos juguetes hacían algo más amenos los interminables veranos con la familia.
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