Los océanos van camino de convertirse en desiertos sin vida. La distribución de la biodiversidad marina se altera y hay cada vez más zonas muertas. Sus principales culpables: el cambio climático, el excesivo uso de fertilizantes o a las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Los científicos alertan de las desastrosas consecuencias para la vida marina y los seres humanos si continúan estos impactos ambientales. Por ello, piden más apoyo contra estos problemas generados por el ser humano.
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