Es difícil imaginar lo que debía de ser la vida en las trincheras. Se vivía constantemente bajo fuego enemigo, rodeado de piojos, ratas, barro y eternamente empapado. En ocasiones, el agua les llegaba hasta la cintura donde tenían que permanecer larguísimas horas. La guerra de trincheras demostró ser más cruel, sanguinaria e inútil de lo que habitualmente son las guerras. Los frentes de guerra que marcaban estas trincheras se estancaban durante meses y ningún bando era capaz de avanzar un metro a no ser a costa de un tremendo derroche de vidas
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