Lo lamento, apreciadas hermanas de Femen. Mostrarle el caballero Gallardón a vuestros pechos no ha sido la mejor de las ideas. Tratándose de una parte tan sensible –a la par que simbólica– de la anatomía femenina, exponerla a las radiaciones perversas de la bancada ultra católica, reconvertida a la democracia para minarla por dentro y abrumarla por fuera, me parece, así a bulto, ya muy peligroso.
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