Los malos humos siguen velando el aire que respiramos en Madrid. Cada bocanada de aire sabe y huele a veneno. Pero como ya estamos acostumbrados parece no importarnos. Nadie dice ni hace nada. La contaminación no está en los preocupantes niveles de hace seis meses, pero el apego del ciudadano a su coche y el poco interés que pone el Ayuntamiento para frenar esta situación hacen muy posible que estos se repitan. Como ocurre varias veces todos los años desde hace bastante tiempo. Además, falta todavía que la ciudad alcance plena actividad.
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