[...] En definitiva, la sentencia no resuelve el debate desaforado sobre el dilema canon sí, canon no, porque en buena ley, no podía hacerlo. Pero debería sonrojar, si tal proceso fisiológico cabe, en los departamentos ministeriales donde se fraguó la orden -Cultura; e Industria, Comercio y Turismo-, lo que sugiere la sentencia acerca del modo desenfadado e irreflexivo con que nacen las normas al mundo jurídico.
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