Las sociedades democráticas se sostienen mediante ciudadanos responsables e informados, pero cada vez hay menos. De hecho, la sociedad corre el riesgo de convertirse en masa. Solo eso explica que una figura tan mediocre y amoral como Ayuso goce de tanto apoyo. No es un fenómeno local, sino universal. Ahí están Milei, Orban, Meloni, Netanyahu y hace poco Trump. Esta última ola de demagogos nos acerca a distopías como Fahrenheit 451, Un mundo feliz y 1984, donde un totalitarismo disfrazado de modernidad pulveriza derechos y libertades.
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