Especialmente en iglesias, monasterios y santuarios románicos es habitual encontrar lo que para la mayoría son marcas de cantero, o lo que es lo mismo, signos que el encargado de esculpir la piedra hacía en cada pieza para poder saber con exactitud cuántas había producido y para que no se confundieran con las fabricadas por otros canteros. El monasterio cistercense de Santes Creus, en la provincia de Lleida, es uno de los conjuntos románicos con más marcas de cantero que he tenido la ocasión de contemplar.