Creadora de las primeras bases de datos con información biológica, tuvo la desgracia de adelantarse a su tiempo y tener que bregar en un mundo de hombres. Cuando hoy pensamos en la bioinformática nos vienen a la cabeza supercomputadores capaces de lograr avances revolucionarios para la ciencia. Pero hace 50 años, cuando este campo aún no se llamaba bioinformática, el procesamiento de información biológica con el ordenador se consideraba una tarea secundaria, ajena a la ciencia e ideal para delegar en personal de apoyo a la investigación.
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