Algo que escapa a nuestra mirada humana. Un terror sólo aprehensible para la mirada muerta de una representación antropomorfica de nosotros mismos. Sí, amigos, esa fake-family está vendiéndonos bañadores. Pero ese niño nos vende algo más. Un desasosiego sordo y mudo, una inquietud de plástico y ojos vacíos.
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