La Xunta convoca desde 1993 ayudas para promover la plantación de frondosas autóctonas -como el roble, el fresno, el haya o el castaño-, pero también de coníferas. La reforestación con eucalipto y pino como ha crecido a la sombra de estas subvenciones. No en vano, en 1990 se repoblaron 2.683 hectáreas de coníferas y ninguna de frondosas. En 2002 fueron 1.617 las hectáreas plantadas con coníferas y 160 con frondosas o, lo que es lo mismo, por cada 10 hectáreas de las primeras se plantaba una de las segundas.
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