Si el sistema público de pensiones es objeto de toda clase de ofensivas se debe en parte a que las entidades financieras lo han considerado siempre un obstáculo para expandir un negocio para ellas muy lucrativo, los llamados “fondos privados de pensiones”. Llamados, sí, porque de pensiones tienen muy poco, por lo menos tal como se plantean en España, en donde ni siquiera las posturas más radicales los contemplan como una alternativa global al sistema público.
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