Un periodista al que hace años admiré me ha dedicado en las últimas semanas toda clase de improperios y descalificaciones. Ya va por una veintena de tuits y media docena de artículos sobre mí. No he querido responderle antes porque, como él mismo dice en Twitter, “ser troll es un oficio, una dedicación o una encomienda” que “merecería un salario generoso”. Toda la razón en esto. Nada que objetar a que el señor Carlos Carnicero se gane su salario y lo proteja con la mayor dedicación.
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