Las voces contra la prohibición de la marihuana exponen razones poderosas. Pocos países tienen mejores credenciales que México, y más fútiles, en la tarea de colaborar con esa guerra absurda, inventada por razones electorales a finales de los años sesenta y principios de los setenta, para que el partido republicano y su candidato Richard Nixon pudieran oponer a la pujante agenda social de los demócratas una oferta conservadora de ley y orden: seguridad pública, combate al crimen, contención del vicio....
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