“Yo había tocado fondo. Tenía 40 años y, a pesar del éxito, estaba hecho jirones. Me quería morir. No encontraba sentido a nada”, confiesa por primera vez Poveda con la misma intensidad con la que vivió aquel momento. Él era El Artista, así en mayúsculas, del flamenco. La primera figura en un mundo estrecho y poco expedito.
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