Cuando le ligaron las trompas el 24 de setiembre de 1997, Ligia Ríos estaba embarazada, pero no lo sabía. Tenía 30 años, dos hijos. Trabajaba. Vivía en El Agustino. Personal médico del entonces IPSS llegó a su casa y le sugirió una "pequeña cirugía" para que no tuviera más hijos. Ella accedió. Esos mismos médicos no descartaron su embarazo y así la operaron. Un par de semanas después eliminó un coágulo. Había abortado, le dijeron en el hospital Hipólito Unanue.
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