Moleskine mantiene ese pedigrí repelente de superioridad que también tenía el iPhone antes de pasar de ser el sueño de toda cajera de supermercado a ser un teléfono para cajeras y canis. Lo que no cambia es que tanto aquellos early adopters que ahora babean con su iPad como los canis à la Neymar siguen diciendo “mi iPhone” en lugar de “mi teléfono”.
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