La cerrazón de miras y la obstinación de la industria musical española, que se empeña en mantener modelos de negocio antediluvianos y en presionar a la clase política para que reforme la sociedad y se adapte a ellos, en lugar de adaptarse ellos a la sociedad del presente y del futuro, me recuerda siempre al cotidiano espectáculo de una mosca que se da cabezazos contra el cristal de una ventana. No importa las veces que compruebe que el cristal sigue ahí, la mosca no cesa de estrellarse.
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