Tarde o temprano tenía que ocurrir: los movimientos antivacunas, que poco a poco se han ido introduciendo en nuestro país, ya se hacen notar por las consecuencias de su postura. Por suerte esta vez las autoridades sanitarias han reaccionado a tiempo, y el escándalo de lo sucedido en Granada parece que ha animado a que sectores habitualmente bastante pasivos ante las supercherías científicas (a veces incluso cómplices de ellas) vayan movilizándose y advirtiendo a la sociedad de los peligros de esta moda. Algo es algo.
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