Nunca había visto este detalle; a cámara lenta se aprecia mucho mejor. Los iris tiemblan como flanes cuando se mueven los ojos; de hecho todo el movimiento resulta muy acuoso y menos sólido de lo que cabría esperar – algo de lo que normalmente no nos damos cuenta. Es quizá menos llamativo que los movimientos sacádicos oculares –mi efecto favorito, fácilmente experimentable ante un espejo– pero no por ello menos interesante.
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