Se la conoce como Ley de la Muerte Digna, pero se llama en realidad Ley de la Dignidad de las Personas ante el Proceso de la Muerte, un nombre retórico pero sin duda mucho más iluminador. La familia de Ramona Estévez, su hijo y su sobrina, han sido cabales al entender los derechos que esta norma reconoce a los pacientes, pero también han sido muy valientes al defender ese derecho; y, habiendo sumado una amargura innecesaria al dolor que ya sienten, no está de más agradecérselo en voz alta.
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