Antes de que la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul, fuera liberada del grupo del Estado Islámico, algunos cristianos sentían que incluso sin la presencia de ISIS, nunca podrían regresar. Incluso las leyes de la organización yihadista que se había establecido como un califato, creyendo que una ideología islamista perduraría en la ciudad, haciendo imposible que los cristianos vivieran allí. Ahora hay señales de que esos temores son infundados, y son los jóvenes -cristianos y musulmanes- los que ofrecen esperanza para seguir un nuevo camino.
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