Últimamente se ha instaurado la tradición de que los familiares de víctimas de delitos graves visiten La Moncloa, para pedir que se endurezca la pena correspondiente a esos delitos. Parece que se instala la idea de que las leyes penales no deben dictarlas representantes que actúen con calma y atendiendo al bien común, sino personas heridas, bajo el influjo de la ira y la indignación (...)
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