El delta del Níger, uno de los ecosistemas húmedos más importantes del mundo, vive una maldición desde que en su subsuelo, en 1956, se halló petróleo, el excremento del diablo, como lo llaman algunos aquí. Desde ese día, este país de agricultores y pescadores ha sufrido la contaminación de su atmósfera, tierras y mares debido a los vertidos accidentales de crudo y a la quema de gases. Se calcula que, cada año, durante los últimos cincuenta, se ha producido un vertido equivalente al del buque Exxon Valdez.
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