Todos estaremos de acuerdo en que no tendría ningún sentido abocar a nuestros hijos al sufrimiento y generar voluntariamente situaciones traumáticas. Pero tampoco lo tiene irse al polo opuesto: solucionar una y otra vez aquellas responsabilidades que no son nuestras, sino de ellos y ellas. Cuando caemos en esta actitud (la de secretario de nuestros hijos o la de chofer con servicio de 24 horas) les estamos haciendo un flaco favor.
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