Los residentes de una urbanización de protección oficial en Londres se rieron cuando la Policía pidió por televisión a los padres que llamaran a sus hijos y ayudaran a controlar a los jóvenes que saquearon y quemaron los alrededores de la ciudad. No sólo algunos de esos padres estaban en los disturbios, sino que muchos de los que participaban no eran los delincuentes juveniles encapuchados a los que muchos han culpado de las peores revueltas que ha visto Reino Unido en décadas.
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