La oscuridad siempre ofrece ventajas que a menudo olvidamos. Pero que se echan de menos cuando llegas a Noruega, donde en verano nunca es de noche. Como sucede ahora mismo en la terraza del Metz, el bar más concurrido de la que presume ser la ciudad más bonita del país: Ålesund. A la una de la madrugada el sol sigue clavado como un cuchillo delator en el horizonte, y aunque uno no tenga nada que esconder, cuesta enfrentar la ruta de bares desprovisto del camuflaje que otorga la oscuridad.
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