Sirve para describir de manera muy gráfica la estrategia impulsada por el Gobierno de Aznar para combatir a ETA. El objetivo de debilitarla permitía también actuar contra su entorno. La mera existencia de la convicción moral de que una organización o persona compartía objetivos con ETA, aunque no los medios, era suficiente para iniciar un procedimiento judicial basado en cierres, ilegalizaciones y detenciones. (Paul Ríos)
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