El pato que flota. Podría ser el nombre de la última creación culinaria china, pero se trata de una postura más bien incómoda. Maniatado, quien está obligado a sufrirla es colgado de los barrotes de una ventana, de forma que los dedos de sus pies rocen el suelo pero no le permitan apoyarse. Así ha de permanecer días en los que es privado de sueño. Su único descanso llega cuando cae desmayado, y, poco a poco, las cadenas van rasgándole la piel y la voluntad. Desde tiempos inmemoriales, la tortura china ha sido sinónimo de brutalidad infinita. Y
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