El impulso para investigar ese mundo invisible para la mayoría vino por una casualidad: Schalansky descubrió una hoja suelta en un Atlas del siglo XVIII. En ella, se representaba una isla sin escala ni leyenda. “Imaginé que un joven aprendiz de cartografía habría ensayado sus primeros trazos en esta isla, antes de atreverse a dibujar tierra firme y de repente me resultó meridianamente claro que las islas no son más que pequeños continentes”, afirma la autora.
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