No hay antecedente histórico alguno de un ejercicio periodístico de tanto alcance, ni por el número de países ni por la relevancia de las informaciones, que afectan prácticamente a todos los conflictos abiertos en el mundo. Estas revelaciones iluminan un submundo político sobre el que existían ya las más fundamentadas sospechas, pero pocas pruebas y certidumbres. Por eso hoy la ciudadanía es más libre que ayer, y los grandes poderes se saben más vigilados. Y es un avance trascendental, aunque se conjugue desde la modestia del periodismo.
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