A Barack Obama le aguarda una dura batalla por la reelección. Pero ayer olvidó por unas horas los sinsabores de la campaña y se relajó contando chistes en la cena de los corresponsales de la Casa Blanca. El presidente tuvo tiempo para reírse de sus rivales republicanos, de sus colegas y de sí mismo y cerró sus palabras haciendo un guiño al escándalo de Cartagena de Indias: “Tenía preparados muchos más chistes pero los agentes del servicio secreto tienen que volver a tiempo para su nuevo toque de queda”.
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