Pongamos que usted fuera el presidente de los Estados Unidos. Y que el hogar y el de su mujer y sus hijas -Casa Blanca aparte- estuviese en Chicago. Y que los de Chicago 2016 le pidiesen que arrimara el hombro con la candidatura olímpica, aún sabiendo o sospechando que Chicago no va a ganar... Con lo cual, si usted no va a Copenhague, le culpan de no haber puesto suficiente interés. Y si va, de llevarse un revolcón. Usted, que parecía el Superman de las relaciones exteriores.
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