Investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona han estudiado por primera vez el efecto de una ola de calor sobre la composición genética de una especie. Los científicos vienen monitorizando la evolución de la mosca Drosophila subobscura desde hace 37 años, y han observado cómo la ola de calor de la primavera de 2011 causó una dramática alteración en la composición genética de las poblaciones de este organismo, debido a una rápida proliferación de genotipos más tolerantes a las altas temperaturas.
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