Si las quejas, denuncias y juicios por “ofensas a los sentimientos religiosos” nos parecen hoy algo casi cotidiano, durante los últimos coletazos del franquismo, seguían siendo también habituales. Aquí el relato del último intento, durante el mandato de la última corporación franquista en el Ayuntamiento de Zaragoza, por llevar a ocho dibujantes a la cárcel.
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