Seamos realistas. La deriva del fútbol es imparable. Si hay posibilidad de riqueza nada ni nadie detendrá el negocio. Ocurre en todos los órdenes de la vida y es bueno para el progreso de la humanidad. El único anhelo pretendido en esta diatriba es mostrar que algunos soñamos con santuarios de autenticidad. Soñamos con preservar algunas actividades inocuas o no importantes y mantenerlas al margen de la vida real. Algunos entendemos el fútbol como una de estas actividades, un oasis en el que lo único que importe sea lo esencial.
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