En un barrio de San Martín de la Vega, a los pisos de los bancos se les da una ‘patá’ y se habitan. En el portal de al lado, una entidad bancaria ha optado por tapiar la puerta de una vivienda, invisible ahora tras una gruesa capa de hormigón. Y Belén, la presidenta de otra comunidad de vecinos, se afana diariamente por quitar la publicidad de los buzones; para que no se sepa en qué pisos vive gente y en qué pisos no. “En mi edificio”, susurra, “hay cuatro viviendas vacías. Y no queremos que se enteren”.
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