La justificación de la violencia es una matrioska infinita. Todos los ciudadanos encuentran en algún momento de su vida un acto violento que está justificado para su moral. Para algunos atiende a la emoción y para otros, a la razón. Para algunos depende de quién lo efectúa o de quién lo recibe, para otros del grado de violencia y de las motivaciones que tras ese acto violento se esconden.
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