Sumidos en este delirio, también muy influenciados por Miami Vice, llegó a los bares, espacio donde los niños pasábamos el tiempo libre entre señores que se fumaban cuatro paquetes diarios y desayunaban aguardiente, la recreativa definitiva: el Out Run. Una máquina, que así se llamaban, con volante, palanca de cambios y pedales. Para mayor realismo a la hora de recrear la sensación de conducir un descapotable con tupé al viento, gafas de sol (...) el protagonista del videojuego iba acompañado de una rubia.
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