Arqueólogos noruegos han resuelto uno de los grandes enigmas del Imperio Romano: ¿Por qué Palmira fue una vibrante ciudad pese a estar ubicada en medio del desierto de Siria? El profesor Meyer y sus colegas acabaron por entender que lo que estaban estudiando no era un desierto, sino más bien una árida estepa, con unas bases subterráneas que evitan que la lluvia se filtrara por el suelo. Los comerciantes se aliaron con los beduinos en una ruta comercial segura que les permitió exigir altas tarifas por el pasaje. En español:
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